Las llamadas para que Estados Unidos lleve astronautas a la Luna antes de que termine la década han sido cada vez más fuertes y frecuentes, provenientes tanto de legisladores bipartidistas como de defensores de la ciencia. Pero, detrás de ese clamor, hay dificultades de proporciones épicas.
La NASA planea usar Starship de SpaceX —el sistema de cohetes más grande jamás construido— para una parte clave del viaje lunar, pero aún no está claro si el vehículo funcionará. Y un feroz competidor le pisa los talones a la agencia.
“La Administración Nacional del Espacio de China casi con toda seguridad caminará sobre la Luna en los próximos cinco años”, dijo Bill Nye, el popular “Science Guy” y director ejecutivo del grupo sin fines de lucro The Planetary Society, durante una reciente manifestación contra los planes del Gobierno de Trump de recortar fondos para la ciencia. “Este es un punto de inflexión. Este es un momento clave en la historia de la exploración espacial”.
Starship todavía se encuentra en las etapas iniciales de un largo y laborioso proceso de desarrollo. Hasta ahora, partes del vehículo han fallado de manera dramática durante seis de sus diez vuelos de prueba. Otro prototipo explotó recientemente durante pruebas en tierra. SpaceX está listo para lanzar su próxima prueba, el Vuelo 11, tan pronto como a las 7:15 p.m., hora de Miami, del lunes desde las instalaciones de lanzamiento de la compañía en el sur de Texas.
El megacohete aún no ha alcanzado varios hitos clave de prueba. Esto incluye descubrir cómo recargar el combustible de Starship mientras está estacionado en órbita alrededor de la Tierra. Ese paso es necesario dado el diseño y el enorme tamaño del vehículo, pero nunca se ha intentado antes con ninguna nave espacial.
Sumando a la incertidumbre está el hecho de que nadie sabe exactamente cuántos tanques llenos de combustible tendrá que lanzar SpaceX para darle a Starship lo que necesita para una misión de aterrizaje lunar que la NASA ha planeado para mediados de 2027.
Un ejecutivo de SpaceX estimó en 2024 que ese número “será aproximadamente 10, más o menos”.
Pero, más recientemente, ingenieros del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston estimaron que un solo aterrizaje lunar podría requerir que SpaceX lance más de 40 tanques, que son vehículos Starship diseñados para transportar combustible, según un exfuncionario de la NASA que habló bajo condición de anonimato.
Esa estimación puede ser específica para la versión actual de Starship, conocida como Versión 2 o V2, que SpaceX está volando, señaló la fuente. Y se espera que la compañía estrene una versión mejorada del vehículo después de su próxima misión de prueba el lunes, lo que podría cambiar esas predicciones.
Aun así, incluso si el número de vuelos de reabastecimiento está entre 10 y 40, en general, el camino que la NASA ha elegido para regresar a la Luna es “extraordinariamente complejo”, dijo Jim Bridenstine, quien fue administrador de la NASA durante el primer mandato del presidente Donald Trump, en una audiencia del Senado en septiembre.
“Esta es una arquitectura que ningún administrador de la NASA que yo conozca habría seleccionado si hubiera tenido la opción”, dijo Bridenstine, refiriéndose a la decisión de usar Starship como el vehículo que llevará astronautas a la Luna. Esa decisión se tomó en 2021, cuando la agencia espacial no tenía un líder confirmado por el Senado.
El administrador interino de la NASA, Sean Duffy, respondió a la audiencia del Senado durante una reunión con empleados de la agencia el 4 de septiembre, diciendo que la audiencia equivalía a “una sombra arrojada sobre todos nosotros”.
“Tal vez soy competitivo. Me enojó”, dijo Duffy. “No permitiré que esa sea la historia que escribamos. Vamos a ganarle a los chinos en la Luna”.
Un portavoz de la actual dirección de la NASA declinó hacer comentarios para esta artículo, citando el cierre del Gobierno.
Dado el tamaño gigantesco de Starship y sus necesidades de reabastecimiento, la hoja de ruta de la NASA para su misión planeada de aterrizaje lunar, llamada Artemis III, parece mucho más complicada que las misiones Apolo del siglo XX.
En esas excursiones lunares de hace décadas, la NASA lanzó un solo cohete —el Saturno V— que tenía todo lo que los astronautas necesitaban ya a bordo, incluyendo la cápsula de la tripulación Apolo y los módulos de aterrizaje, como el Águila, que utilizaron para descender a la superficie lunar.
La NASA no está repitiendo ese enfoque simplificado por varias razones.
Por un lado, los vuelos espaciales no son tan simples como sacar los planos de misiones antiguas. Las cadenas de suministro, los métodos de construcción y las capacidades institucionales que construyeron los vehículos de lanzamiento Apolo ya no existen.
Incluso si la NASA pudiera resucitar sus cohetes retro, la agencia espacial ha dejado claro que ese camino no estaría alineado con sus objetivos.
La NASA espera que el programa Artemis logre misiones mucho más difíciles que Apolo, incluyendo permitir que los humanos visiten la región del polo sur de la Luna, en gran parte inexplorada, donde los investigadores creen que hay agua almacenada en forma de hielo bajo la polvorienta superficie. Es más complicado descender allí debido al terreno accidentado y a una trayectoria de vuelo que requiere mucha más energía. Pero el agua y otros recursos lunares podrían ser extraídos y utilizados para mantener una base lunar donde los astronautas vivirían y trabajarían.
El objetivo, como dice frecuentemente la dirección de la NASA, no es simplemente plantar una bandera en la Luna, sino allanar el camino para una operación tripulada permanente.
Tal visión requiere módulos de descenso lunar mucho más grandes y quizás más versátiles, según el exadministrador de la NASA Bill Nelson, quien dirigió la agencia en el Gobierno del presidente Joe Biden.
“Para la investigación que vamos a hacer en la superficie de la Luna, particularmente en un lugar muy difícil de alcanzar (el polo sur) se necesita un módulo de descenso más grande”, dijo Nelson a CNN durante una llamada telefónica en septiembre.
“Simplemente no puedes llevar todo contigo” como hicieron los astronautas del Apolo, añadió, “por la ley de la física”.
Aun así, argumentan los críticos, es posible que la NASA lleve a cabo una misión lunar que —aunque no sea tan simple como Apolo— sea al menos menos complicada que depender de Starship.
Según la hoja de ruta actual para Artemis III, la misión comenzará con el lanzamiento de una sola nave Starship, con lo básico, que servirá como depósito de reabastecimiento. Esa nave se quedará en órbita mientras espera a otras Starship, también volando con nada más que propelente como carga, que serán lanzadas y acopladas al depósito y transferirán más combustible.
Ya sea que requiera 10 lanzamientos o 40, el proceso debe realizarse rápidamente para contrarrestar los efectos de la evaporación del combustible, señaló Doug Loverro, un consultor que fue administrador asociado de exploración humana de la NASA. Loverro renunció a la NASA, como informó CNN anteriormente, porque se comunicó de manera indebida con un contratista de Artemis.
Los combustibles criogénicos que requiere Starship deben mantenerse a temperaturas ultrabajas o de lo contrario se evaporan. Y no está claro cuánta cantidad de propelente puede evaporarse al trasladarse de un lugar a otro en el espacio.
“Nadie sabe qué tan eficiente será la transferencia”, dijo Loverro. “Es casi una pregunta imposible de responder”.
Una vez que el depósito de reabastecimiento esté lleno, SpaceX lanzaría entonces una nave Starship equipada para transportar humanos —llamada Starship HLS, o Sistema de Aterrizaje Humano— que estaría equipada con todos los sistemas necesarios para sustentar la vida.
Solo después de que la Starship HLS se acople al depósito de reabastecimiento y se le complete el propelente, podrá comenzar su viaje a la Luna.
Mientras tanto, los astronautas de la NASA serán lanzados a la órbita a bordo de una nave diferente: la nave Orión, que viaja al espacio sobre el cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA.
Después del lanzamiento, Orión se separa del SLS y comienza su propio viaje hacia la órbita alrededor de la Luna. Una vez allí, la nave Orión se enlazará con el módulo de aterrizaje Starship, acoplándose mientras orbita sobre la superficie lunar. Dos de los astronautas se transferirán entonces a la Starship HLS, que los llevará hasta el polo sur de la luna, una zona peligrosa marcada por cráteres empinados.
Después de aproximadamente una semana, los astronautas volverían a abordar la Starship HLS y despegarían hacia la órbita lunar, donde una vez más acoplarían con Orión. La cápsula Orión llevaría a los astronautas de regreso a la Tierra, realizando un amerizaje en el Océano Pacífico.
Si la NASA logra su objetivo de llevar a cabo esta misión a mediados de 2027, superaría la meta de China de lograr un alunizaje tripulado para 2030.
Sin embargo, el plan de la NASA es “increíblemente difícil, complejo” y probablemente esté a una década de hacerse realidad, dijo Loverro.
Por su parte, Loverro dijo que la decisión de la NASA de usar Starship como el módulo lunar para la misión Artemis III fue un error.
SpaceX hizo grandes promesas en papel, dijo, refiriéndose a la propuesta que la empresa presentó para asegurar el contrato de US$ 2.900 millones para el trabajo. Y aunque Loverro asegura que cree que la empresa eventualmente cumplirá sus promesas de hacer que Starship sea operativa, también piensa que no hay forma de que el vehículo esté listo antes de que China lleve astronautas a la Luna.
SpaceX no respondió a una solicitud de comentarios para este artículo, ni la empresa suele responder a solicitudes de información.
Un exfuncionario de la NASA cercano al proceso de selección dijo a CNN que Starship superó a sus competidores en una serie de evaluaciones técnicas realizadas por un equipo de expertos de la NASA. Las evaluaciones analizaron las capacidades de Starship, así como los costos para el Gobierno, una consideración importante porque la NASA tenía fondos limitados para asignar.
“No es que haya sido una decisión controvertida en esa etapa” desde el punto de vista de la agencia, dijo la fuente, agregando que a la NASA le habría gustado elegir a dos empresas para competir en la construcción de módulos lunares, pero simplemente no tenía el dinero.
El competidor de SpaceX, Blue Origin, demandó al Gobierno federal por la decisión, alegando que la agencia espacial favoreció injustamente a SpaceX. Pero un juez finalmente respaldó la decisión de la NASA. (Después de que Nelson presionara al Congreso y asegurara fondos adicionales, la NASA incorporó a Blue Origin como un segundo contratista en 2023 para construir módulos lunares para su uso posterior en el programa Artemis).
Starship de SpaceX prometió no solo cumplir con el trabajo del alunizaje, sino también ser transformadora para la industria espacial. El enorme cohete podría llevar a cabo misiones que la NASA antes solo podía soñar.
Aun así, los críticos dicen que probablemente se eligió a Starship por su promesa futura, no por su potencial para rendir bajo una fecha límite siempre presente.
“Francamente, no tiene mucho sentido si estás tratando de ir primero a la Luna, esta vez para ganarle a China”, dijo Bridenstine durante su testimonio en septiembre.
Sin embargo, Duffy, el jefe interino de la NASA, indicó que la agencia espacial sigue confiando en SpaceX.
“Creo que es importante ser honesto, y si pensara que vamos a tener inquietudes, se lo diría”, dijo Duffy a CBS News en agosto. “Y si en algún momento las tengo, lo haré público”.
A pesar de un creciente coro de voces que expresan preocupación de que apostar el resultado de una carrera lunar a Starship puede ser una apuesta perdida, no muchos actores están listos para denunciar públicamente el plan o recomendar un cambio de rumbo.
De hecho, el senador Ted Cruz de Texas, una figura clave en la política espacial de EE.UU., dejó claro durante una audiencia en septiembre que cree que es demasiado tarde para descartar a Starship por un plan alternativo. “Cualquier cambio drástico en la arquitectura de la NASA en esta etapa amenaza el liderazgo de Estados Unidos en el espacio”, dijo entonces Cruz.
Sin embargo, a puertas cerradas, algunos líderes de la industria espacial han expresado profundas preocupaciones.
Cuando se le preguntó sobre el discurso público, Loverro dijo que es posible que la gravedad del problema aún no haya calado completamente en el liderazgo de la industria espacial.
“Creo que realmente estamos en el primer paso del proceso de 12 pasos para darnos cuenta de que tenemos un problema”, dijo.
Aun así, otros se mantienen optimistas, señalando el notable éxito de SpaceX en otros proyectos en los que ha trabajado con la NASA, como el Programa de Tripulación Comercial de la Estación Espacial Internacional.
Durante una reunión del Panel Asesor de Seguridad Aeroespacial de la NASA el 21 de septiembre, el miembro Paul Hill, quien había visitado las instalaciones de desarrollo de Starship de SpaceX en agosto, dijo que el cronograma para este vehículo está “significativamente desafiado”.
El comité ASAP espera que el vehículo esté “años retrasado” respecto a la fecha límite de 2027, dijo Hill.
En una declaración del 23 de septiembre en respuesta a la reunión, la secretaria de prensa de la NASA, Bethany Stevens, dijo que la agencia “agradece la oportunidad de escuchar a nuestros grupos asesores y partes interesadas. Estas discusiones son importantes para ayudar a la NASA a ejecutar nuestras misiones de manera segura”.
Sin embargo, Hill también elogió a SpaceX, repitiendo sentimientos frecuentemente expresados por líderes e interesados de la industria espacial: incluso si SpaceX está retrasada, la empresa tiene un largo historial de excelencia y tiende a lograr sus objetivos incluso cuando la sabiduría convencional sugiere que fracasará.
“Existe un genio multifacético y auto-perpetuante, por falta de una mejor manera de decirlo, en SpaceX”, dijo Hill, colmando de elogios el modelo de negocios y el enfoque de desarrollo de la empresa. “No hay ningún competidor, ya sea gubernamental o industrial, que tenga esta combinación completa de factores”.
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